Pensiones de lujo: El festín de los parásitos
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Por María Lucía Arias Núñez – Estudiante de Ciencias Actuariales en la UCR y Economía Empresarial en ULACIT.
Costa Rica, un país donde la mitad de los trabajadores apenas logra cubrir sus necesidades básicas, es también un país donde unos pocos privilegiados viven del saqueo descarado del erario público. No con trabajo, no con esfuerzo, no con mérito, sino con pensiones desproporcionadas, obscenas e indignantes. Pensiones que no son el fruto de una vida de contribución al sistema, sino de leyes hechas a la medida de unos pocos. De regímenes amañados que garantizan una jubilación de millonarios a quienes pasaron su carrera laboral alimentándose del Estado.
Mientras el ciudadano común se rompe el lomo cotizando a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), asegurándose de que en su vejez apenas le alcance para sobrevivir, un pequeño grupo de burócratas, magistrados, catedráticos y exfuncionarios públicos se jubilan con pensiones que insultan la inteligencia del pueblo. ¡Catorce millones de colones mensuales! ¿Qué puede justificar semejante asalto al dinero público? Nada. No hay lógica, no hay ética, no hay razón alguna para que un exfuncionario, cuya contribución al país fue muchas veces mediocre o incluso nula, reciba una pensión mayor que la de un expresidente de los Estados Unidos.
¿Dónde está la justicia? Que nadie se engañe: las pensiones de lujo NO son un derecho. Son un robo de guante blanco, un privilegio fabricado por y para quienes tuvieron el poder de legislar para obtener su retiro dorado. Es dinero que debería estar en las escuelas que están cayéndose a pedazos, en los hospitales sin insumos, en las calles llenas de huecos, en atender la crisis de seguridad, en inversión social sin despilfarros. Pero no. Esos valiosos recursos están en las cuentas bancarias, de menos de 4.000 personas que nunca cotizaron NI LA MITAD de lo que corresponde.
¿Y quién paga la factura? Usted. Yo. Todos. Cada trabajador del sector privado jamás verá una pensión digna. Cada emprendedor lucha contra un sistema que le exprime en impuestos para sostener a los parásitos de siempre. Cada costarricense trabaja hasta el último día de su vida, mientras un grupo de privilegiados terminan en muchas ocasiones con pensiones juveniles, para las que nunca cotizaron.
El Poder Judicial, que debería ser un pilar de la justicia en este país, es en realidad un sindicato de élite que defiende con uñas y dientes su sistema de jubilaciones millonarias. Los magistrados, que se rasgan las vestiduras hablando de equidad y democracia, se aseguran de que sus propios retiros sean de ensueño. ¿Y el resto del país? Que se joda. Que trabaje más años. Que pague más impuestos. Que financie los privilegios de una minoría.
Las universidades públicas, supuestos templos del conocimiento, también se han convertido en catedrales del adoctrinamiento y el privilegio. Catedráticos que se jactan de su “lucha por la educación pública”, pero que cobran jubilaciones que ningún educador de escuela o colegio verá jamás. ¿Qué justifica que un exprofesor de la UCR reciba hasta 14 millones de colones mensuales? ¿Acaso la educación mejoró tanto bajo su dirección? No. Pero su jubilación sí.
Y es que vamos a ser honestos, el saqueo es evidente:
La persona con la pensión más alta en el país, una excatedrática de la UCR, recibe casi 15 millones al mes. Uno de cada dos pensionados de lujo proviene de universidades públicas. Hablamos de un 46% de los beneficiarios, es decir, 3.777 personas cobrando sumas desproporcionadas por haber pertenecido a la élite burocrática. Revisemos los números: Muchos de los jubilados de la UCR, la UNA, el TEC y la UNED, donde el promedio de pensión asciende a 3.4 millones mensuales, son privilegiados que nunca cotizaron para recibir estas gollerías.
Insisto, en la UCR, cuna de la mayoría de pensiones doradas, se alcanza en promedio los 4.1 millones mensuales. Por otro lado, los magistrados retirados del Poder Judicial se embolsan 3 millones mensuales aproximadamente, sin ruborizarse.
Los números no mienten, y los nombres tampoco:
- María Isabel González, Excatedrática de la UCR recibe ₡14,969.888
- Myrna López Sánchez, Excatedrática de la UCR, ₡14,446.858
- Gerardina Malavassi, Excatedrática de la UCR, ₡14,173.194
- Luis Baudrit Carrilo, Excatedrático de la UCR, ₡14,002.746
- Rolando Ramírez, Exgerente general del Banco Nacional en gobierno del PLN, ₡13,916.684
Y así sigue la lista, con cientos de nombres que viven del sudor ajeno. ¿Cómo se atreven a llamarse servidores públicos? No sirven a nadie más que a su propio bolsillo. Donald Trump, un expresidente de la potencia más grande del mundo, recibe una pensión de $250.000 al año, unos ₡10,539,375 millones al mes. Si un expresidente de Estados Unidos puede vivir con eso, ¿por qué demonios un exprofesor de universidad pública o un exmagistrado necesita más?
No es envidia. Es justicia. A quienes defienden este asalto con el argumento de la envidia, les respondemos con claridad: esto no es un tema de resentimiento, es un tema de moralidad. Costa Rica no puede seguir sosteniendo una élite de jubilados de oro, mientras la mayoría de sus ciudadanos ven en su jubilación una condena a la miseria. No puede haber igualdad de oportunidades en un país donde algunos nacen con un destino de esclavo fiscal y otros con una jubilación de jeque árabe.
Las pensiones de lujo son el cáncer más agresivo y destructivo del sistema de seguridad social costarricense. Se trata de un festín de parásitos, donde una casta parasitaria se roba sin remordimiento los recursos del país. Como todo cáncer, no se trata de reducirlo ni de “hacerlo más justo”; se trata de erradicarlo por completo. No hay argumento válido y no hay derecho adquirido, que justifique mantener este esquema corrupto en pie.
Me encanta tu artículo sobre las pensiones, ojalá le des continuidad, con el tema de qué se puede hacer para cambiar este sistema de pensiones privilegiadas.