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El Gran Teatro del Búnker Legislativo y la Vista Gorda de los Organismos.

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La cortina de humo para disimular la exposición del militante PLN y el informe técnico contra la ley jaguar.

¡Qué espectáculo el del búnker legislativo! Un escenario donde el juego de colores es más importante que el color patriótico, y donde los actores principales son organismos que, en lugar de velar por el interés público, se tiñen de verde y blanco.

Al igual que el COLPER, que se hace de la vista gorda frente a los ataques de la prensa tradicional, el otro organismo prefiere lanzar cortinas de humo para desviar la atención de un supuesto informe técnico elaborado por un militante del PLN. ¡Y qué gracia! Luego intentan hacer creer que fue obra de otra persona.

El Arte de Menospreciar la Competencia

Resulta casi enternecedor, si no fuera por lo ridículo, observar cómo el Colegio de Profesionales en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales sale al rescate para defender a sus miembros ante las críticas del presidente Rodrigo Chaves y la jefa de fracción oficialista Pilar Cisneros. Es curioso ver cómo estos profesionales, supuestamente imparciales, son los primeros en saltar cuando su objetividad es cuestionada. Tal parece que el orgullo de sus credenciales pesa más que la realidad de su labor.

El Baile de las Especialidades Académicas

El Colegio de Politólogos nos ofrece un baile de especialidades académicas que, según ellos, configuran un perfil laboral especializado en el funcionamiento de la institucionalidad pública. Nos hablan de su capacidad para realizar análisis técnicos, diseñar estrategias de intervención y coordinar modelos interinstitucionales. Pero, ¿dónde queda todo esto cuando se trata de emitir un juicio libre de sesgos políticos? La teoría suena magnífica, pero la práctica parece quedarse corta.

La Ironía de la Filosofía Política

En un alarde de erudición, los politólogos se presentan como especialistas en filosofía y teoría política, capaces de interpretar discursos, analizar opiniones y asesorar políticamente. Sin embargo, la ironía radica en que, pese a su vasto acervo de conocimientos, terminan siendo parte del juego político que tanto critican. Se vuelven marionetas en el escenario que ellos mismos ayudaron a montar.

El búnker legislativo y sus famosos organismos pintados de verde y blanco representan un microcosmos de la política costarricense: un juego donde los actores principales defienden con vehemencia sus intereses, mientras el bien común queda relegado a un segundo plano. Este espectáculo nos recuerda que, en el teatro de la política, las apariencias suelen ser más importantes que las acciones, y donde la objetividad y la imparcialidad son solo máscaras que se usan según convenga.

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