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𝗔 𝗺𝗶 𝗽𝗮𝘁𝗿𝗶𝗮 𝗲𝗻 𝘀𝘂 𝗱í𝗮.

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POR Edgar Espinoza

No es lo mismo celebrar la fiesta patria que hacer fiesta con la patria.

Este domingo se rendirá homenaje a nuestros héroes inmortalizados en el Monumento Nacional.

¿Sabrán los diputados, quienes sesionan a escasos cien metros de allí, lo que esa gesta histórica significa?

¿Valorarán los magistrados del TSE, también a pocos pasos de esa obra escultórica, cada gota de sangre y de vida que entre 1856 y 1857 derramaron nuestros labriegos por una Costa Rica libre e independiente?

¿Serán conscientes nuestros doctos juristas de la Corte Suprema de Justicia de que, gracias a la valentía de esos hombres, están disfrutando de la paz y democracia que nos heredaron?

De ser así ¿qué están haciendo entonces todos esos supremos jerarcas por preservar desde sus más altos cargos esas conquistas y derechos para que a los ciudadanos nos abrigue siempre una misma bandera?

«Salud noble bandera, de blanco, azul y rojo…»

Sus enormes privilegios actuales, logrados nunca por méritos propios sino por sus escandalosas piñatas con la clase política tradicional, nos arrojan sin duda la primera respuesta.

La segunda, su apego incondicional a los intereses personales y políticos en contraste con su absoluto menosprecio y desatención a las necesidades propias y servicios básicos del ciudadano.

«Los hijos del pueblo levanten la frente, al sol refulgente de la libertad…»

¿No es este, acaso, un nuevo tipo de filibusterismo casero que insulta y agrede el hito heroico que una vez nos unió como familia al reivindicar su soberanía, justicia e igualdad ante la Constitución y las leyes?

Filibusterismo propio de los actuales diputados de oposición para, a través de su bien instalado circo mediático, torpedear cuanto proyecto vital urge tramitar para el bienestar ciudadano.

En el Monumento Nacional, cuatro relieves de bronce exaltan las batallas que dieron nuestros nervudos y pujantes ciudadanos para expulsar al invasor.

¿No creen, ciudadanos de corazón, que ha llegado la hora de hacer nosotros lo mismo para sacar de nuestras instituciones públicas a quienes por años las han invadido?

«conquistaron tus hijos, labriegos sencillos, eterno prestigio …»

Para eliminar el terrorismo legislativo de diputados elegidos a dedo y en rebaño por los candidatos de turno con la misión de dinamitar todo signo de desarrollo y prosperidad nacional.

Para afinar la Constitución Política y el ordenamiento jurídico del Estado a los deberes y derechos nuestros en igualdad de condiciones y no a las delicias y placeres de quienes ostentan el poder político y económico.

En el mismo conjunto escultórico del Parque Nacional aparece la mujer que representa a Costa Rica enarbolando, orgullosa, la bandera tricolor en medio del límpido azul de nuestro cielo.

«Costa Rica es mi patria querida, vergel bello de aromas y flores…»

¿Entenderán los magistrados del Tribunal Supremo de Elecciones y de la Sala Cuarta la magnitud de la Campaña Nacional que libraron nuestros héroes para devolverle al pueblo la paz, tranquilidad y esperanza amenazadas?

Definitivamente no porque desde hace tres meses estos señores tienen al Soberano esperando la aprobación del referéndum, como opción «in extremis», para poder hacer nosotros los de a pata lo que ellos de corbata no se atreven.

No se atreven porque saben que los miles de firmas ciudadanas que se logren para hacer realidad obras que hoy son urgentes, como Ciudad Gobierno y la Terminal de Cruceros y Marina de Limón, los dejarán en cueros.

Sigo preguntando:

¿Están todos estos actos de nuestros máximos jerarcas de la oposición política en armonía con el espíritu cívico que mana del Monumento Nacional, del grito de Independencia, de las fiestas patrias y de nuestras más preclaras tradiciones?

¿Les habrán dicho alguna vez que ese monumento representa la esencia del ser costarricense?

¿Los valores, tradiciones, ética, principios y anhelos que los identifica?

«Cantemos ufanos la egregia memoria de aquel de la patria soldado inmortal…»

¿Se ven ellos acaso representados en esta fiesta cívica no sintiendo, no amando y no llevando la patria en su corazón?

¿Con qué cara esas ilustres figuras públicas cantarán nuestro Himno Nacional?

¿Con qué tupé van a entonar «cuando alguno pretenda tu gloria manchar…» si ellos mismos desgarran nuestras conquistas?

Los números no mienten: ¿Cómo está hoy el país y cómo están hoy ellos?

Basta un vistazo a nuestra seguridad social, pública, jurídica, financiera, médica, presupuestaria, electoral e institucional toda.

¿Hay alguna que funcione bien y de manera digna del ciudadano que paga caro por tanta mediocridad?

Échenle otro vistazo a la educación, a la infraestructura vial, turística y estatal; al costo de la vida en general, a la desigualdad…

En rojo.

Lo único que está en verde, y bien veeeerde, es su majestad la corrupción.

Son 76 años de «real dictadura política» criándonos como su ganado de engorde.

«Sepamos ser libres, no siervos menguados, derechos sagrados la patria nos da…»

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