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¿𝗬 𝘀𝗶 𝗺𝗲 𝗮𝗹𝗹𝗮𝗻𝗮𝗻 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝘀𝗮?

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Por Edgar Espinoza.

Guía especial para los señores del OIJ en el evento de que también quieran allanar mi casa con instrucciones del fiscal general.

–Cuando irrumpan con mazos, «patas de chancho», 9 milímetros, gritos de guerra, perros y «trucks» de doble tracción y cadenas, tener mucho cuidado con las begonias de Pilar a la pura entrada.

–No tenemos alfombra roja para recibirlos, pero sí un felpudo bien morado del Saprissa al pie de la puerta principal.

–¡Ay San Alejo/a ponerte las pilas/porfa me los vigilas/o ya mismo te dejo!

–Si al entrar escuchan unos ronquidos apocalípticos, nada de estrés: es el Jaguar que llevo por dentro.

–Si caen por aquí pasaditas las 6am, traerme el pan del «Fresh»: español espolvoreado, porfa.

–Por higiene y comodidad, antes de invadirme y entrar favor ponerse las chanclas para visitas VIP. Son chinas, pero bien finas.

–Si me despiertan a la lora, no respondo por sus insultos e improperios pues, aunque es verde por todo lado, idolatra al Gran Felino.

–Si encuentran una escoba bien mechuda parada al revés detrás de la puerta, no es nada personal ni supersticioso contra ustedes.

–Si vienen por droga, la única que tengo es una mata de «Reina de la noche» para el «cornetazo» diario que me pego contra el pálpito congénito.

–En la primera gaveta de mano derecha de mi escritorio guardo un fajo de entradas de cortesía de «Tencha en la clandestinidad». Déjenme al menos una, maes.

–Si vienen por plata, en el cielo raso guardo la pensión de la CCSS para la que trabajé y coticé sin ningún privilegio, a diferencia de sus patrones del Poder Judicial.

–A propósito, pueden llevarse mi cuadro de Ulpiano, ese gran jurisconsulto romano amante de la justicia, famoso por haberle eliminado beneficios a los privilegiados y haber sido víctima mortal de quienes se oponían a sus reformas.

–Luego, en la cajita roja descarapelada sobre el trinchante de la cocina, guardamos el menudo para los «sueltos» de la casa tipo verdulero, afilador de tijeras y cuchillos y propina del guachimán. Sus centavitos también le pueden sacar.

–Y, bueno, la caja fuerte con la «carga pesada» la escondemos en el sótano o «lavandería», como le llamamos, cuya clave es TalMaPdFd2026. Si la pierden, salados.

–Nota aclaratoria: los dólares mojados se deben al temporal y no a la lavada.

–Doy fe absoluta de que los comederos de aves que Pilar tiene en la terraza se encuentran libres de «narcopalomas».

–Si aparece alguna, es porque ustedes se la sacaron del sombrero, digo, casco, para tendernos una celada, acusarnos y detenernos.

–En cuanto al piano, ni me lo toquen a menos de que sepan «La Campanella» de Liszt.

–Un piano como el mío, con su corazón partido de amores, lágrimas, desenfrenos, pasiones y tequieros, es mi mayor delito y, sí, que me lleven a la chorpa en nombre de tanta belleza.

–Si caen a la hora del almuerzo, tráiganse al fiscal general para que se divierta buscándole pelos a la sopa.

–Si le invaden el closet a la Dama de Hierro, se las tendrán que ver con su colección de armaduras, floretes y mandobles a prueba de antipatriotas.

–Si me ultrajan la biblioteca, llévenle al fiscal general los tratados de ética política y moral pública para que les eche una ojeadita.

–En la biblioteca de Pilar podrán hallar abundante novela histórica sobre la que ella se inspira para llevar a cabo, con valentía y tesón, su gran cruzada por la justicia, el bien y la prosperidad de los «nadie».

–En cuanto a mi celular, nada especial: fábulas de Tom y Jerry, manuales contra la «Pelona» y suscripciones a Only Fans, IsMyLady, Mysex&you…

–En el de Pilar, decenas de miles de mensajes del pueblo apoyando su gesta, a la vez que condenando la dictadura del «Crimen Político Organizado» o «Cartel de los Institucionales».

–En la compu de la jefa igualmente encontrarán la huella de su defensa irreductible al ciudadano, y en la mía, una caldera de columnas en ebullición dedicadas a la libertad, igualdad y prosperidad del Soberano.

–Si también vienen por joyas, perderán su tiempo: la única joyita aquí soy yo.

–Si, además, quieren revisarnos los carros, aquí no hay «chuzos» de los que esperan o imaginan: de mi «latica» me deshice hace dos años y la de Pilar es una «mirrusca» apenas para llegar con el motor tosiendo a la Asamblea Legislativa.

–Por cierto, si pretenden detenerla a ella como a doña Martha Esquivel, presidenta de la CCSS, no tienen que buscarla: la encuentran de 6am a 9pm en la Asamblea Legislativa dándose por entero a la Costa Rica que ama.

–Finalmente, al salir de mi casa, favor devolver las chanclas y dejarlas en su lugar por aquello de un «olvido».

–A cambio, llévense más bien a San Alejo.

–Como ven, señores «oijotos», las puertas de nuestra casa siempre estarán abiertas de par en par a la justicia y transparencia.

Y, por supuesto, sin ningún peligro para ustedes, salvo uno…

El reloj de pared en nuestra sala que marca el inexorable tic-tac, tic-tac, tic-tac… hacia el añorado primer domingo de febrero de 2026 cuando nazca la Costa Rica libre.

La Costa Rica grande. La de todos.

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