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“¡Autonomía del BCCR! Porque un banco central ‘libre’ nunca es suficiente”, sin un circo político.

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Por Anibal Newman.

¡Ah, los diputados! Esos nobles servidores públicos que, en su incansable lucha por la justicia y el progreso, han decidido proponer un proyecto de ley para otorgar “autonomía” al Banco Central de Costa Rica (BCCR). ¡Qué gesto tan magnánimo! Porque, claro, un banco central tan independiente como un adolescente con una tarjeta de crédito necesita desesperadamente que los legisladores lo “liberen” de las garras de las influencias políticas.

Vamos, ¡qué maravilloso sería si el BCCR finalmente pudiera actuar sin que esos molestos gobiernos de turno intenten meter sus narices en la política monetaria! Porque, como todos sabemos, hasta ahora el BCCR ha estado completamente a merced de los caprichos de cualquier político con un ego inflado, ¿verdad? Y, por supuesto, esta reforma es justo lo que necesita el país para mantener la inflación bajo control. No importa que ya haya una autonomía establecida y que la OCDE y el FMI, esos guardianes de la verdad absoluta, lo hayan recomendado. ¿Por qué no dar un paso más y escribirlo en la Constitución? ¡Nada grita “independencia” como un párrafo adicional en una Carta Magna que ya tiene más remiendos que un pantalón viejo!

Y qué decir de la brillante idea de remover al Ministro de Hacienda de la Junta Directiva del BCCR. ¡Por supuesto! Porque nada asegura mejor la independencia que aislar aún más a una entidad que, en teoría, ya es autónoma. ¿Qué sigue? ¿Un muro de concreto alrededor del edificio del BCCR para mantener a raya a los políticos?

Pero lo mejor de todo es la intención detrás de este proyecto. No se trata de un mero capricho político o de una movida para ganar titulares en los medios. ¡Para nada! Es un acto puro de altruismo, un sacrificio personal de nuestros queridos diputados, que están dispuestos a darlo todo por la estabilidad económica del país. ¡Qué conmovedor!

Así que aplaudamos esta maravillosa iniciativa que no tiene ni pies ni cabeza, y que probablemente solo servirá para inflar los egos de algunos y llenar unos cuantos minutos de los noticieros. Porque si algo necesita Costa Rica, es más reformas constitucionales que hagan ruido pero que no cambien nada en la práctica. ¡Bravo, señores diputados! Su espectáculo es tan entretenido como un circo de tres pistas, pero con menos payasos y más burocracia.

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