“¡Ay, pobre Paulina! Chaves arruinó la fiesta con… ¿la verdad?”en Cartago.
POR MARIANA ARTAVIA
¡Vaya, vaya! Parece que hemos llegado a la cumbre del teatro político costarricense. La diputada Paulina Ramírez, con su tono de mártir iluminada, nos quiere hacer creer que los supuestos “ataques” del presidente Chaves son la razón por la que ella y sus compañeros de la oposición no pueden simplemente disfrutar de una buena fiesta patria en Cartago. ¡Qué conmovedor! Pero no nos dejemos engañar tan fácilmente. Esta es una lección magistral de victimismo político, digna de un premio al mejor guion dramático.
Primero, hablemos de esa brillante afirmación de que el presidente “empañó” las celebraciones patrias. ¿En serio? ¿Ahora resulta que criticar la ineficacia y el estancamiento político es un ataque personal? Señora Ramírez, no confundamos la verdad con ataques. Lo que realmente empaña las festividades no es el presidente, sino la falta de propuestas serias y la hipocresía disfrazada de indignación patriótica. Si hay algo que empaña la celebración es el constante circo político al que nos tienen acostumbrados. Y qué conveniente que, justo ahora, usted decida que su criterio “técnico y científico” es la verdadera víctima aquí.
Hablemos del famoso proyecto del hospital de Cartago. Según usted, el pueblo cartaginés lo merece por dignidad. ¿De verdad es dignidad o es simplemente una moneda política que se usa cuando conviene? Este proyecto ha sido arrastrado por años, y ahora, de repente, resulta ser el foco de todas las injusticias. Quizás no sea el proyecto lo que está en juego, sino la narrativa que han tejido para evitar rendir cuentas. Porque, sinceramente, ¿no es irónico que se hable de dignidad cuando el atraso en infraestructura de salud no es precisamente algo nuevo? Ah, pero claro, la culpa nunca es de los diputados, siempre es de alguien más.
Y lo mejor de todo, la diputada tiene “criterio propio” y no ataca a las personas, solo a las ideas. ¡Qué nobleza! Pero vamos a ser claros, la señora Ramírez nos quiere vender un discurso de pureza y de lucha técnica, cuando en realidad lo que vemos es más de lo mismo: evasión de responsabilidades y victimización cuando las cosas no salen como quieren. ¿Acaso no es irónico que hable de “buscar soluciones conjuntas” cuando su actitud es la de un bloqueo constante a cualquier iniciativa que no esté alineada con sus intereses? ¿Qué pasó con esa supuesta búsqueda de unión nacional?
Finalmente, está el argumento de los “ataques personales”. Un clásico. Cuando se les señala por su ineficiencia, se rasgan las vestiduras y gritan que los están atacando. Pues, lo siento, diputada Ramírez, pero aquí no se trata de ataques, sino de responsabilidad política. Y si usted siente que señalar sus inconsistencias y falta de acción es un ataque, quizás debería revisar qué tan “técnicos y científicos” son sus propios argumentos.
Así que, para cerrar, no se engañen. La verdadera tragedia aquí no es que Chaves haya dicho la verdad en Cartago; la tragedia es que este tipo de teatro político siga siendo aceptable en Costa Rica. Mientras tanto, el hospital sigue sin construirse, y el único que parece estar “volando” es el sentido común.