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Crítica: “El Famoso Sindicalista y Su Defensa de los Rectores – ¿Realmente por el Bien Común?”.

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¡Ah, Albino Vargas! Siempre tan dispuesto a enarbolar la bandera de la “justicia social” mientras, curiosamente, nunca deja de velar por los intereses de quienes están bien acomodados.

Según el artículo en cuestión, Vargas arremete contra el presidente Chaves por supuestamente “manipular” la demanda del 8% para la educación pública. Pero, vamos, ¿de qué estamos hablando aquí realmente?

Es irónico cómo Vargas nos quiere convencer de que defender el presupuesto para las universidades es sinónimo de proteger a la clase trabajadora. Claro, porque cuando los rectores están peleando por ese presupuesto, su prioridad son los hijos e hijas de los trabajadores, ¿no? Seguro. No hay manera de que estén buscando mantener sus sueldos millonarios y sus condiciones de lujo. No, señor. Ellos son los paladines del pueblo, luchando valientemente desde sus cómodas oficinas con aire acondicionado, mientras los estudiantes siguen sentados en aulas deterioradas.

Luego Vargas nos suelta que invertir en educación es invertir en democracia, algo “reconocido por todo el mundo”. Vaya, qué gran revelación. ¡Gracias por iluminar nuestras mentes, Albino! Como si nadie entendiera la importancia de la educación pública. Pero aquí está el detalle: ¿Invertir en qué tipo de educación exactamente? ¿Una que perpetúe los mismos problemas de ineficiencia, corrupción y falta de resultados? ¿Una que mantenga el status quo de los rectores y académicos privilegiados que cobran salarios que harían palidecer al costarricense promedio?

La mención de la “Transformación Tributaria Estructural” es una jugada clásica. Porque, claro, cuando los números no cuadran, la solución siempre es la misma: más impuestos para todos. Qué conveniente, ¿verdad? No hay discusión sobre la responsabilidad de las universidades y su manejo del presupuesto, ni sobre la eficiencia con la que esos fondos son utilizados. ¡Qué fácil es pedir más dinero cuando nunca se habla de reformar lo que ya está podrido!

Y el remate de Vargas es oro puro: la “Democracia de la Calle”. No sé ustedes, pero me cuesta imaginar a la “Democracia de la Calle” resolviendo los problemas profundos del sistema educativo. Suena más a una excusa para movilizar a las masas, generar ruido, y seguir con la misma vieja táctica de siempre: presión pública sin soluciones reales. Porque cuando se trata de buscar mejoras sustanciales, ya sabemos que las pancartas y los megáfonos no arreglan sistemas en crisis.

Vargas, con su retórica de siempre, nos pide que veamos la lucha por el 8% del PIB como una “justa reivindicación cívica”. Pero lo que no menciona es que ese 8% muchas veces se desvía hacia ineficiencias, privilegios y prebendas. Es curioso cómo el discurso del sindicalista siempre apela al “bien común”, pero termina beneficiando solo a unos pocos, muy específicos. A los mismos de siempre, para ser claros.

Así que, querido lector, no te dejes engañar por esta defensa apasionada de la “justicia social”. La realidad es que detrás de cada grito sindical hay intereses más grandes de lo que se dice. La pregunta que deberíamos hacernos no es si se debe invertir en educación, sino si estamos invirtiendo en la educación correcta, y si esos fondos están siendo bien utilizados. Porque mientras Vargas y compañía están en sus cruzadas contra Chaves, los problemas reales siguen ahí, y los únicos que parecen no notarlo son ellos mismos. O quizás lo notan, pero prefieren seguir tocando la misma melodía, porque al final del día, el show sindical siempre debe continuar.

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