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“El Gran Show de la Educación: Cuando los Privilegios se Visten de Moralidad y los Estudiantes de Carnada”.

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Por Anibal Newman, (MUNDOACR.COM)

Ah, las universidades estatales y sus sindicatos, ese bastión intocable de la moral superior que, bajo la bandera de la educación, han perfeccionado el arte de la hipocresía. ¿A quién no le conmueve ver a los “defensores de la educación” levantarse valientemente para exigir su parte del pastel, ese 8% del PIB que supuestamente garantiza la calidad educativa? Por supuesto, este noble esfuerzo no tiene absolutamente nada que ver con proteger sus jugosos salarios, sus inamovibles puestos de trabajo, ni con asegurar que el despilfarro institucional siga su curso sin control. ¡No, qué va!

Qué maravilla ver cómo los sindicatos de educación y las universidades públicas logran movilizar a miles de estudiantes, esos inocentes corderos, con la promesa de defender la educación y, en realidad, utilizarlos como carne de cañón en su lucha por mantener el statu quo. Porque, claro, ¿qué mejor manera de asegurar la perpetuidad de sus privilegios que sacrificando el tiempo y las oportunidades de aprendizaje de los jóvenes, todo mientras el país se paraliza y el ciudadano común, ese que paga religiosamente sus impuestos, se queda atrapado en un embotellamiento interminable?

Es irónico, ¿no? Un país paralizado por aquellos que afirman luchar por su futuro, cuando en realidad lo único que buscan es asegurar su propio presente. Pero, ¡qué tristeza tan profunda sienten algunos al ver que un Gobierno osa cuestionar estos privilegios! ¡Qué indignación produce que alguien sugiera que tal vez, solo tal vez, ese 8% podría utilizarse de manera más eficiente, quizás destinándolo a las escuelas en zonas rurales donde los niños todavía estudian en aulas que se caen a pedazos!

Y hablando de violencia política, qué curioso es escuchar que el llamado al orden y la responsabilidad fiscal se tacha de “violento” por quienes defienden la perpetuación de un sistema que no rinde cuentas a nadie. La violencia, estimados defensores de la moral educativa, es usar la Constitución como escudo para evitar cualquier tipo de reforma que amenace con poner fin a sus banquetes.

Al final del día, lo que realmente se defiende aquí no es la educación, sino un sistema de privilegios enquistado, donde los pocos ganan a costa de los muchos. Pero tranquilos, que el espectáculo continúa. Prepárense para la marcha, levanten sus pancartas y griten sus consignas, mientras el país se tambalea bajo el peso de sus demandas insostenibles.

Y no olviden dar las gracias al contribuyente, ese personaje invisible que paga la cuenta de su show.

Hasta cuando usted ciudadano va permitir seguir matándose día a día para pagarle los lujos a los grandes e Costa Rica, pero mientras tanto usted se sigue quejando en las Redes y sigue permitiendo que le metan el dedo en el fundillo para seguir pagando impuestos.

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