EL “No” a la Ley Jaguar: ¿Una Defensa de la Democracia o la astucia para Mantener el Poder?
Ah, la “supuesta” institucionalidad de Costa Rica, ese escudo mágico que nuestros venerados líderes usan para proteger sus intereses, disfrazándolos de virtudes democráticas. El reciente fallo sobre la Ley Jaguar por parte de la Sala IV es un espectáculo digno de un teatro, donde los actores principales no son más que personajes ancianos y acomodados que, supuestamente, están ahí para defender la justicia.
La Gran Farsa de la Sala IV
Fernando Castillo, presidente de la Sala Constitucional, nos regala un despliegue dramático de burocracia al informar sobre la resolución de la consulta de constitucionalidad de la Ley Jaguar. Nueve horas y cuarenta y cinco minutos de deliberación, ¿realmente? Parece más un maratón para justificar sus salarios que una auténtica preocupación por los derechos del pueblo. Según Castillo, la ley amenaza las atribuciones de la Contraloría General de la República. ¡Qué conmovedor! Aquí tenemos a nuestros guardianes de la “democracia” preocupados por mantener el statu quo.
La Contraloría: La Fortaleza de los Ancianos
La Sala IV decidió que la Ley Jaguar elimina herramientas clave para la Contraloría. Claro, porque necesitamos que esta entidad siga siendo tan eficiente como siempre, ¿verdad? La misma Contraloría que ha demostrado ser una fortaleza inexpugnable de procedimientos lentos y decisiones cuestionables. Mantener su integridad, según la Sala, es esencial para el buen funcionamiento del sistema democrático. Qué ironía, cuando este mismo sistema parece más diseñado para mantener a una élite codiciosa en sus tronos dorados.
El Pueblo y sus Parásitos
Mientras tanto, el contribuyente costarricense, ese héroe anónimo que paga con su sudor para mantener a estos parásitos en sus puestos de poder, sigue viendo cómo sus esfuerzos se diluyen en una maraña de legalidades y resoluciones que no parecen tener fin. La verdadera pregunta aquí es: ¿quién protege al pueblo de estos protectores de la democracia? Es como un juego de tronos, pero sin la emoción y con muchos más papeles sellados.
El Mito de la Democracia Costarricense
El sistema democrático costarricense, tan ensalzado y defendido por estos ancianos magistrados, se revela como un mito. Un cuento que nos venden para mantenernos dóciles mientras ellos se aseguran de que ninguna reforma real amenace sus intereses. La Ley Jaguar, con su promesa de cambiar algo, se ve frenada por aquellos que más deberían promover el cambio.
En fin, la resolución de la Sala IV es otra demostración de que la verdadera democracia costarricense no es más que un espectáculo cuidadosamente orquestado. Y nosotros, los espectadores, seguimos pagando la entrada, esperando un cambio que, bajo esta administración de “monarcas” y “ancianos protectores”, parece más un sueño que una realidad.