Subscribe

“Ofelia Taitelbaum y el Escándalo de la Justicia VIP en Costa Rica”

5 minutes read
330 Views

POR MARIANA ARTAVIA

Aquí estamos, otra vez, espectando el ridículo espectáculo de justicia de la farándula política costarricense. Esta madrugada, la “insigne” exdefensora del pueblo, Ofelia Taitelbaum, fue trasladada a prisión, y el espectáculo no decepcionó en lo absoluto. La dama —con sonrisa digna de reina despectiva— decidió entregarse “voluntariamente” en Goicoechea para evitar ese trago amargo que enfrentan los ciudadanos comunes y corrientes: ser trasladada en patrulla. Porque claro, ¿quién en su sano juicio iría en “perrera”? ¡Antes muerta que sencilla! Esta clase de detalles le importan solo a los grandes, los “sagrados” del país, esos que, por supuesto, nunca pisarán una celda de verdad.

Y mientras tanto, tenemos la escena más trágica y absurda del otro lado, con Marta Esquivel. Ella, sin ningún reparo en “ofrecerse” a la justicia, fue paseada como trofeo por el Fiscal General en plena escena pública, con esposas y bajo la mirada burlona de una prensa que, en lugar de cuestionar el circo, aplaude desde las gradas. Lo que se intenta vender al público con esta escena es una justicia vengativa, selectiva y claramente direccionada. Porque aquí, amigos, la justicia solo golpea cuando hay que ajustarle cuentas al enemigo equivocado. ¿Alguien más tiene ganas de aplaudir esta patética justicia de vodevil?

Pero no nos engañemos. Todos sabemos que esta “limpieza” no es más que otra cortina de humo del aparato judicial, un intento fallido de apaciguar a una ciudadanía que ya no les cree ni el “buenos días.” ¡Qué conveniente que justo ahora, cuando todos están mirando hacia el Salvador y elogiando las reformas serias de Bukele, nuestra justicia saque una vez más el show de marionetas y muñecos de trapo! Ofelia irá y vendrá de la prisión como Pedro por su casa, y si no se cansa antes de jugar a la reclusa VIP, seguro que “la justicia” se inventará cualquier dolencia para justificarle prisión domiciliaria. Porque aquí, hasta las enfermedades son hechas a la medida del imputado. El común de los mortales que sufra; el sagrado círculo, que disfrute.

Entonces, aquí seguimos, observando este juego de tronos de bajo presupuesto, donde el Fiscal General hace de dios supremo, interpretando los destinos de aquellos que incomodan o necesitan una lección pública. Pero lo mejor de todo es que nos creen idiotas: quieren que traguemos la historia de que el sistema judicial, esa catedral a la corrupción y el favoritismo, está “limpiando su imagen” porque al fin escuchó a la ciudadanía. Claro, mientras el país se cae en pedazos, se imaginan que con meter a un par de peces gordos al ruedo lograrán el truco. Como si no supiéramos que aquí, lo único verde del aparato judicial es el dinero que mueve por debajo.

Pero, por supuesto, la justicia costarricense es todo menos justa. En un país donde la dama de la balanza ni siquiera usa venda, sino lentes oscuros de marca, parece que la única ciega es la ciudadanía, a la que, lamentablemente, le venden humo día y noche. ¿Cuánto creen que durará Ofelia en prisión? Claro, ya escuchamos las risitas y susurros: que sus “compañeros” se encargarán de sacarla, o que quizás hasta ella misma decida “sufrir” un ataque de salud que le devuelva el confort de su hogar en casa por cárcel. Y mientras tanto, Costa Rica, aguanta. Porque, en el fondo, los jueces y fiscales saben bien lo que todos pensamos: que su maquinaria “justa” está tan podrida que ni los gusanos la toleran.

Y al final, aquí estamos, sabiendo que toda esta coreografía judicial es solo otra forma de desviar la atención. Bukele y sus reformas asustan a más de uno en la política local en Centro América, así que, ¿por qué no hacer el teatro completo y simular que en Costa Rica “también se actúa”? Es la misma receta de siempre: jueces que mueven las piezas para agradar a sus amigos y mantener lejos a sus enemigos, mientras el ciudadano común —ese mismo que sufre las injusticias reales— observa, suspira y se da cuenta de que, en este país, la justicia no solo es selectiva: es una burla descarada.

Y ahora, para rematar el circo, tenemos la gran exposición en conferencia por el presidente Rodrigo Chaves y Juan Diego Castro. Ambos se encargaron de recordarnos la podredumbre que habita en este “sistema judicial” costarricense, ese que lleva años con un tinte verde oscuro y un hedor de corrupción tan evidente que ya nadie se molesta en disimularlo. El Poder Judicial, esa “cima” de la justicia, hace tiempo dejó de ser un recurso confiable y se ha convertido en la última herramienta de impunidad para unos pocos privilegiados. La Dama de la Justicia, antaño símbolo de equilibrio, hace mucho que dejó de estar ciega y ahora es cómplice de un sistema que retrasa, ignora y entierra los casos del ciudadano común, mientras abre las puertas de su “casa VIP” a los rostros de siempre. Porque en Costa Rica, la justicia pronta y cumplida es un mito que se escucha bonito, pero que en la realidad es un chiste pesado que solo provoca risas sarcásticas y una gran, gran decepción.

Deja un comentario